Imaginemos que tiene, esta chica… treinta años. Imaginemos que desde la E.G.B. ya le gustaba escribir cosas. Imaginemos que, cuando creció un poco, decidió que quería ser periodista.
Imaginemos que cuando le tocó hacer Selectividad, la Prueba de Acceso a la Universidad, Periodismo se encontraba entre las cinco o siete licenciaturas que exigían una mayor nota de corte, e imaginemos, pues, que se dedicó a otra cosa… Al Magisterio, por ejemplo.
Podríamos suponer que en un par de oposiciones o tres al menos sería interina, pero eso mejor no lo imaginemos porque no pasó. En cambio, los años sí. Esos sí pasan, sin tregua.
Imaginemos entonces que su vida tomó otros caminos y que de repente un día se levantó y decidió que iba a hacer la carrera de sus sueños, Periodismo. Ahora o nunca: dejó sus tres pseudoempleos, su pisito de alquiler, y otras cuantas cosas más en el camino y, al abrigo de Mamá, que la recogió en casa de nuevo, consiguió por fin un hueco en las aulas de la Facultad de Comunicación.
Imaginemos ahora que todo es precioso…
Eso, o volvemos a la realidad y pensamos fríamente: ¿Periodismo? ¿en serio? Quiero decir… ¿pretendes trabajar de «eso»? No es el mejor momento, ¿no? Si están echando a todo el mundo a la calle. ¿No has leído esto? Es de hace unos veinte días…
El periodismo español ha sufrido más de 10.000 despidos en cuatro años
Y ahí está la treintañera, sin recursos, las ilusiones mermadas, viendo día tras día cómo lo que era su pasión, casi con toda probabilidad, se va a convertir en otro título que ni siquiera enmarcará, sino que irá directamente a un cajón, bien enrolladito, esperando quizás que llegue otro tercero a acompañarle.
Crisis, crisis para todos:
para los que ya estaban y se quedaron en la calle,
para los que están pero no saben hasta cuándo,
para los que tienen que pluriemplearse,
para los que tienen que dedicarse a asuntos que no les corresponden,
para los que quieren llegar y no ven ni el cómo ni cuándo.
O… bueno… imaginemos que los medios son servicios y no empresas. Que tienen intereses éticos y no económicos. Que tienen el poder sobre la información, y no el martillo sobre sus cabezas… Imaginemos…
Imaginemos que te entran ganas de desaparecer de este mentidero donde sólo se reúnen unos pocos y deciden qué quieren hacer saber a la sociedad y cómo hacerlo, qué informaciones no son oportunas, o cuáles perjudiciales para el grupo empresarial. O tantas otras cuestiones que podríamos relatar.
Imaginemos que licenciarnos en esto, en nuestro querido Periodismo, sirve pa’ algo… Imaginemos.